A dónde va la gente cuando se pierde. En realidad todos seguimos acá, solo te ocupas por un buen tiempo y muchas cosas quedan en la espera, como escribir por ejemplo.
Parar un momento para respirar. No se sabe con exatitud el tiempo que una persona va a tomarse, puede ser una corta temporada o en mi caso un par de años, he tenido acumulación de destinos, de momentos, de personas y describir cada uno tendrá que ser de a pocos. Escribir es algo que tiene que fluir, para no romper con tu propio yo, en mi caso, mi interior solo quiso dedicarse tiempo a disfrutar sin contar, ni registrar nada. Solo me he refugiado en el recuerdo vago de las situaciones vividas, una que otra, va a marcar más la historia, por la identificación que hay en cada una.
Conocer a la gente y sumarla en el recorrido, darte cuenta que muchos se van quedando en el camino y la felicidad tiene que seguir siendo la misma para ambas partes. Te quedas con su mejor versión y esa la compartes con la otra persona que vuelve a sumar, de tal forma que tienes que seguir rotando para seguir viviendo.
Esperar a cada parada para hacer nueva compañía, sin embargo existe la certeza de que será temporal, ya que no le puedes cortar las alas personas, todo lo contrario se tienen que hacer más fuertes. Como todo lo que existe, nada se queda; romper lazos con las peronas, cuesta mucho, en ellas se va tu felicidad compartida, tus consejos de experto y de ello se queda un cariño con el que se podrá contar en cualquier parte, donde se encuentre.
Nada es nuestro, solo está prestado, alquilado, así que hay que disfrutarlo mientras este con nosotros, como lo es el tiempo. Lo único que se mantiene es la historia que dejas, que escribes, que compartes.