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martes, 13 de junio de 2017

¿A dónde vas?

A dónde va la gente cuando se pierde. En realidad todos seguimos acá, solo te ocupas por un buen tiempo y muchas cosas quedan en la espera, como escribir por ejemplo.
 
Parar un momento para respirar. No se sabe con exatitud el tiempo que una persona va a tomarse, puede ser una corta temporada o en mi caso un par de años, he tenido acumulación de destinos, de momentos, de personas y describir cada uno tendrá que ser de a pocos. Escribir es algo que tiene que fluir, para no romper con tu propio yo, en mi caso, mi interior solo quiso dedicarse tiempo a disfrutar sin contar, ni registrar nada. Solo me he refugiado en el recuerdo vago de las situaciones vividas, una que otra, va a marcar más la historia, por la identificación que hay en cada una.
 
 
Conocer a la gente y sumarla en el recorrido, darte cuenta que muchos se van quedando en el camino y la felicidad tiene que seguir siendo la misma para ambas partes. Te quedas con su mejor versión y esa la compartes con la otra persona que vuelve a sumar, de tal forma que tienes que seguir rotando para seguir viviendo.
 
Esperar a cada parada para hacer nueva compañía, sin embargo existe la certeza de que será temporal, ya que no le puedes cortar las alas personas, todo lo contrario se tienen que hacer más fuertes. Como todo lo que existe, nada se queda; romper lazos con las peronas, cuesta mucho, en ellas se va tu felicidad compartida, tus consejos de experto y de ello se queda un cariño con el que se podrá contar en cualquier parte, donde se encuentre.
 
Conocer cada espacio, cambia la perspectiva. Un amigo, es un mundo difirente, valora lo que te ha unido a conocerlo, aprende y deja que el aprenda lo tuyo.
 
 
Nada es nuestro, solo está prestado, alquilado, así que hay que disfrutarlo mientras este con nosotros, como lo es el tiempo. Lo único que se mantiene es la historia que dejas, que escribes, que compartes.

viernes, 27 de noviembre de 2015

Mi amigo Jualian

Hace un par de años me cruce con unos mochileros dentro de la ciudad, necesitaba hacer parte de mi documental y tuve que ser parte de ellos, de tal forma que pudiera conocer su estilo de vida, sus ideologías y sus maneras de viajar. En definitiva ellos son un mundo aparte, con libertad, capaces de arriesgarse, desprendidos de lo material; solo les importa saber comunicarse con las personas, siendo humildes, compartiendo lo que tienen.
En mi larga espera por encontrar el pase para una entrevista, comprendí, que ellos no son un objeto diferente al que se tiene que grabar, es por esto que siempre se negaban. Ellos consideran tener una vida normal, sin darle las explicaciones a nadie, ya que son totalmente iguales a todos nosotros; la convivencia con ellos me llevo a conocer su desprendimiento por la búsqueda de ellos mismos. Para ellos los viajes son considerados como el ritmo de vida para el cual nacieron, sin duda antes de la decisión, cada uno tuvo una barrera que romper, como las personas en contra, el hecho de dejar a la familia y amigos, el lugar dónde siempre vivieron. Esto no fue imposible para Julian, el mochilero que me encontré bajando la callecita Belén, admirando la estructura que esta tiene.

Julian procedía de algún lugar muy dentro de Perú, desde los 18 años que viene viajando el mundo, no se ha ido por todos lados, pero si por los mejores rincones. Él es de las personas que consideran ir a lo diferente, los lugares que visitan los típicos turistas pueden ser buenos, pero no tienen lo que de verdad necesita conocer y eso solo se logra sobrellevando a las personas netas del lugar, me dijo Julian. Después de conocernos un poco más, le comente mi idea y él logro ver el cansancio dentro de mi quizás y accedió a darme una entrevista, se dio la oportunidad de mi ser mi personaje, en el fondo a él no le interesaba si lo veían o no, simplemente le parecía buena la idea y quiso ayudarme con las mejores intenciones. Lo seguí durante unos días, compartimos cosas, me dejó claro que el dinero no importa en ninguna circunstancia, el podía hacer su vida buscándose algún trabajo o alguna casa para poder vivir, pero no tenía un día en el que no tuviera nada porque de alguna manera su fe lo ayudaba a creer en los demás. 


Tenía de vez en cuando un contacto con su familia, era muy raro que vaya a un teléfono público y que los llamará, pues este era como una especie de personas que vivía del mundo, no necesitaba llamar ni pedir nada, porque era lo autosuficiente para poder estar bien. Una de otra vez supo lo que era el amor, pero en una vida así lo que te conviene es enamorarte de la vida misma, ya que las personas, si vives así, no son capaces de tomarte enserio y si tienen el mismo ritmo mochilero por ahí sueñan lugares diferentes. No hay duda que el mejor amigo de Julian solo era un perro, lo seguía todo el tiempo, aunque el no tuviera que darle, era un perro que se lo había conseguido de calle y solo fue necesario un afecto de cariño para que este se quedará para siempre, aunque bueno no era para siempre, porque Julian en cualquier momento iba tomar otro rumbo y pues ahí solo quedaba dejarlo y llevarse el recuerdo de su grata compañía. 

Un vino marco mi amistad con Julian, interés o no de su parte o  la mía, quedaron de lado, fui su amiga por unos días, tiempo suficiente cuando las personas son sinceras. Cuando intente buscarlo Julian se había ido, tenía que seguir su ruta sin destino a dónde su espíritu le dijera vamos; sé que el fondo me quede como uno de los recuerdos del lugar, puede que sea muchos tantos de sus recuerdos, pero al final de cuentas se que estaré y para mi solo importa el hecho de que en mi experiencia por conocerlo, aprendí que la vida no se basa de lo material, ni de las personas de tu alrededor, siempre tienes que tener la sed de conocer más, esto te dará el privilegio de estar abierto a nuevas oportunidades y situaciones que te pueden llevar más allá de un simple acá tengo esto. Al final de la vida lo que tienes no es lo que importa, lo que disfrutaste y viviste es lo que si lograrás llevar.


jueves, 26 de noviembre de 2015

La Casa Viajera

A las afueras en un viaje familiar, en un fin de semana libre. decidimos ir con mis papás a algún lugar cerca pero que ayudara a respirar y unirnos un poco más con esta vida acelerado hemos dejado de preguntar el uno por el otro. Por tanto viajamos juntos y mientras tanto en la otra autopista paraba al igual que nosotros por la señal del semáforo, una casa rodante, con un estilo muy peculiar por parte de los amantes aventureros. Sin duda alguna yo tuve una acogida ante ese reto increíble, fue como sentir que estaba preparada para todo, que solo necesitaba irme y encontrarme en alguna parte del mundo, pero después te das cuenta que no se basa solo en coger las cosas he irte.


De hecho ver algo tan inusual, dio apertura a sin fin de comentarios y anhelos de mis padres, que de alguna manera si podrían ser jóvenes una vez más, hubieran invertido todo su tiempo en conocer más allá, con la aceptación de sus padres, que era mucho más difícil si se trataba de cambiar de ideas. Por ende, quizás era muy muy escaso este modelo de casa. Si alguien veía esto, el primer concepto e impresión era que estas personas solo vagan en su vida, se meten en vicios y sin fin de cosas así, más no tenían idea de lo que estás personas consideraron y lo que llegaron a sacrificar para haber llegado hasta su lugar. Todos son nada más que metas, para disfrute de tu salud misma. 

Considero que si podría tener la oportunidad de subir a una casa rodante, me iría sin la oportunidad de pensarlo. Son casas como la de todos, incluso hasta con amor fraternal, pero en pequeñas, adaptadas a lo que tu instinto te diga; ¡Tú puedes hazlo!, importa el recorrido más que el destino, ya que la parte más impresionante será como se mueve tu casa mientras te trasladas de lugares o países. No hay emoción que se puede comparar con esta forma de viajar, las personas van a muchos lados, es tu tiempo, tus recursos, tus recuerdos. Demasiado económico en cuanto a estadías, no se paga para estar bajo techo, te puedes dar el lujo de llevar a alguien más hasta cierto tramo. Sin dudar que el resultado final  será felicidad, una gran satisfacción. 

Sin darte cuenta para cuando lo hayas terminado de pensar con el hecho de irte de viaje así, ya habrás podido contar tu experiencia con amigos y tu familia. Depende de ti, que el hecho de escucharte para tu entorno, sea muy especial. 

miércoles, 25 de noviembre de 2015

¡Muestra el pulgar!

Necesito conocer más … cuando eres niños tienes la idea en la cabeza de irte por todo el mundo y te hacen creer que el mundo es solo dónde vives. Cuando vas creciendo y te pones a hacerte mil preguntas para saber de dónde viene cada cosa, por más chiquita que sea, te vas dando cuenta que el mundo va más allá; he aquí dónde tus fuerzas internas de conocer más allá te impulsan a decidir irte. Pero espera, ¿Y el dinero?, otro punto por resolver, esto no cae del cielo y por el momento quizá no lo tienes. Pues bien aquí una de las mejores soluciones.

El pulgar, el dedo de la magia, este sin duda con cierto carisma en tu vida, te llevará a cruzar fronteras, pero solo depende de ti y tu disposición para ir a dónde quieras. Tirar dedo, es algo que con frecuencia no se hace por miedos o desconfianza de las personas; para tirar dedo principalmente debes de aprender a confiar, saber que hay personas en carreteras que son capaces de llevar a varios y son capaces de hasta contarte la experiencia de cada travesía, personas que piensan diferente a ti, cosas que jamás viste antes. Todo esto a cambio de mostrar el dedo pulgar, te lo has imaginado alguna vez. Yo creo que sí, irte a todos lados seguirá siendo siempre el sueño casi inalcanzable de los humanos mucho más si no tienes dinero, que lo dicen con frecuencia. 

Tirar dedo es una de las formas que están marcando a los viajeros, un estilo diferente de recorrer el mundo, saber sobrellevar a las personas, algo de comunicación, amabilidad y sobre todo sencillez. No puedes ser tan exquisito si decides viajar de esta manera, ya que hay que aceptar de todo, de manera bastante agradecida, son solo personas que acompañaran nuestro recorrido y será solo por unos minutos o tal vez días, no pierdas la paciencia, porque no ocurre rápido. 

Algunas recomendaciones de personas que ya lo vivieron:
Por Nelson Mochilero (http://mochileros.org/guia-para-hacer-autostop/)
  • Colócate en un lugar visible y de preferencia a la salida de las ciudades, donde empiezan las carreteras. Lo mejor es a la salida de alguna estación de combustible, a la salida de un restaurante de carretera, etc.
  • Si vas muy lejos tener un cartel que indique una ciudad en la dirección a la que te diriges es ideal para que los conductores puedan leerlo y saber si su destino tiene algo en común contigo.
  • Usar una bola roja en la nariz, un dedo grande, un anuncio gracioso; son algunas de las mejores estrategias para que la gente entienda que eres inofensivo y amigable.
  • Por lo general los choferes de camiones hacen rutas muy largas y solitarias. Por lo general les viene bien compañía para conversar.
  • Vístete de colores claros y llamativos, trata de no dar impresión de vagabundo. Piensa que las personas que te llevarán también pueden estar desconfiadas sobre quien sube a su auto.